jueves, 12 de agosto de 2010
Abba, Padre (parte 1)
...Seguramente la necesidad de contar con un padre en forma permanente fue la razón principal para que en el plan de salvación - trazado mucho antes de la funcación de este mundo- la Divinidad decidiera que, entre ellos, uno debía ser considerado "Padre". Esto resultó muy bueno para los seres humanos.
El arameo fue el "primer idioma cristiano", lengua comúnmente usada en el primer siglo por los judíos, Jesús y sus discípulos. Este idioma semítico muy cercano al hebreo, pronto fue reemplazado por el griego vulgar hablado en los territorios del Imperio Romano, especialmente en el Este. Siendo que el cristianismo tuvo una mayor penetración entre los gentiles que hablaban griego, tanto el hebreo como el arameo perdieron vigencia. Sin embargo, unas pocas expresiones del arameo se perpetuaron al ser registradas en el Nuevo Testamento.
"Abba,Padre", figura tres veces en el Nuevo Testamento, y es un vocablo arameo utilizado en una de las traducciones del griego.
Es la expresión más íntima y significativa que se conoce para "Padre". Era la primera palabra familiar que los niños aprendían; equivalía a "papito". El uso de esta expresión en la Biblia manifiesta el gran interés que tiene Jehová de que lo sintamos cercano a nosotros.
El primer registro que hay de "Abba" se encuentra en Marcos. Jesús estaba con sus discípulos en el huerto del Getsemaní. Entonces, "llevó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que, si fuera posible, pasara de él aquella hora. Y decía: ¡Abba, Padre!, todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." (Marcos 14:33-36)
En esa hora crucial de su ministerio terrenal, en el contexto de la traición de la cual sería objeto por parte de Judas y el penoso trance de la cruz, Jesús recordó la expresión familiar que aprendió a usar sobre las rodillas de José: "Abba". En su trato con José, Jesús también asimiló el respeto que el Padre celestial nos merece a todos.
En circunstancias de sobrecogedora necesidad, Jesús se dirigió a su Padre celestial, ¿Qué hacemos nosotros en esos casos? Cuando nos angustiamos, cuando nos estresamos con preocupaciones innecesarias, ¿sencillamente nos comformamos con ingerir más pastillas? ¿U optamos por doblar nuestras rodillas a fin de acudir a nuestro Padre celestial, único ser capaz de aliviar los obsesivos patrones de conducta que nos destruyen? O, cuando los problemas de la vida nos atormentan y tenemos que tomar decisiones, ¿echamos nuestras cargas sobre el Señor,confiando que él nos ayudará?
La situación que Jesús experimentó en el Getsemaní fué desesperante; sin embargo, la superó gracias al apoyo incondicional de su Padre.
fuente:Gerald Colvin (Revista Adventista Ene-97, pág 7,8)
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Sí, debemos pedir, o mejor dicho, clamar a Dios. La biblia dice que Jesucristo hacia "oraciones y suplicas con gran clamor y lagrimas"(Heb. 5:7).
ResponderEliminarA veces nos olvidamos de pedir, pero la promesa es segura: "Pedid y recibiréis; buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca halla; y al que llama, se le abre" (Luc. 11:9,10)